Caminaban por la playa de la bahía de Canta mará, Ecuador, tres marineros de la tripulación del velero español “Buena Suerte“que acababa de anclar; Savarin, Otto y Yamil. Cuando de pronto vieron corriendo a un Tapir Dorado.
– ¡Oro! – gritaron a coro los marineros
– ¿Porqué no lo tomamos a este animal y tal vez nos lleve a El Dorado – dijo Savarín
Hacía más de 100 años desde la época de la conquista española cuando un indio guaraní les había dicho a los conquistadores que al sur de Panamá había una ciudad donde había tanto oro que los animales y plantas brillaban con esta minera.
Los marineros ya sabían de este comentario y pensando que este animal los llevaría a El Dorado lo atraparon y lo amarraron.
– Su piel brilla pero es un animal como cualquier otro – dijo Otto
– Sí, pero el parece que viene de ese lugar que estamos buscando y quizás pueda llevar al Dorado – dijo Savarin
El tapir estaba escuchando esta conversación y para el poder liberarse les dijo lo siguiente; – Yo los puedo llevar a ese lugar pero amarrado no pudo ir. Déjenme libre y cumpliré con mi palabra –
Los marineros le creyeron y le quitaron las amarras. – Síganme – dijo el Tapir.
Y así caminaban los marineros detrás del Tapir. Iban por caminos llenos de retamas, sauces y pinos cruzando ríos, cerca a los nevados de Los Andes. Al atardecer veían en la lejanía un lago luminoso que alumbraba la Amazonía. Grupo de palomas y guacamayos los acompañaban volando y cantando canciones de paz y amor y así los iban recibiendo hasta al amanecer del segundo día.
Cuando llegaron al lago, notaron que estaba lleno de pepitas de oro. Mientras los marineros, asombrados se quedaron contemplando tanta riqueza. El tapir los dejó y se alejó hasta donde había un Castillo de mármol frente a un trono labrado de piedra. De pronto hubo una pequeña explosión y el tapir se convirtió en un rey con vestidura ceremonial ornamental. Se sentó en el trono y con una lanza apuntaba a los recién llegados y les dijo; – Amigos gracias por haberme traído hasta mi reino. Soy Uros, rey y curaca de El Dorado.
– ¿Señor, como es que hay tanto oro acumulado en este lago? – preguntó Otto
– Hay varios ríos que bajan de las montañas de los Andes y desembocan en el lago. Durante su recorrido, arrastran muchas pepitas de oro y se acumulan aquí – dijo el rey Uros
– ¿Por donde sale el agua del lago? – preguntó Savarín.
– El agua del lago, continúa a través de un rio subterráneo hasta llegar al mar. Es por eso que el lago actúa como un filtro. Es así que se acumula el oro. –
– ¿Podemos llevarnos un poco de oro, Señor? – preguntó Yamil
En agradecimiento a ustedes por haberme traído a mi reino daré órdenes a mis servidores para obsequiarle 20 kilos de oro a cada uno de ustedes. Pero hay una condición para su uso. No pueden decirle a nadie que estuvieron aquí. El oro que van a recibir lo usaran para proteger el medio ambiente de esta tierra que agoniza por falta de oxigeno. Sean pues prudentes y generosos con este mundo que Dios nos dio para vivir.
Los tres juraron solemnemente ante el rey Urus cumplir con esta ordenanza.
– Nosotros aquí no usamos el oro para vivir. Observen que al derredor del lago hay una ciudad con casas hexagonales y en cada lado hay ventanas para que entre la luz solar. Y en las noches se alumbran con los reflejos de la Luna en el lago. –
– He notado una extensa y hermosa agricultura en sus tierras. ¿Han logrado este progreso que veo utilizando el oro? – preguntó nuevamente Otto.
– Nosotros no usamos el oro. Nosotros trabajamos sembrando en estas tierras. Estas son todas las plantas que quedaron del paraíso para producir nuestros alimentos y para alimentar nuestros rebaños de Vicuñas y Llamas y para proteger las aves. El oro es un mineral precioso universal. Todos quisieran tener un puñado de esta riqueza. Pero esto crea en los hombres de este mundo mucha ambición, mucho odio y muchas guerras. Ellos se destruyen junto a este planeta –
– ¿Como consiguen herramientas para labrar la tierra? – pregunto Yamil
– Nosotros sembramos toda clase de plantas. Como maíz, papas, ocas ollucos y quinua, zapayos y tomates. Frutas como chirimoya pacaes, luccumas, maracuyá y cientos de una variedad de plantas y frutas en este territorio único que quedo del Paraíso. El producto de estas tierras nos sirve para alimentarnos y para vender parta de ellas que llevamos a la costa con nuestras llamas. Así compramos herramientas y libros. Para seguir cultivando las tierras y educando a nuestros hijos con eternos valores que nuestro Dios nos dio.
La educación cultural y el trabajo son las leyes de este pueblo que prevalece por siglos creada por Dios. Después de escuchar al rey Urus hablar solemnemente de estas leyes y valores los marineros se alejaron llevándose cada uno los 20 kilos de oro que el rey les obsequio.
Sabarin, un hombre ambicioso utilizo el oro para comprarse un bergantín que lo armo de cañones. También agrupo espadachines y filibusteros para asaltar veleros del virreinato del Perú que iban cargados de oro y plata mientras viajaban por el Caribe con dirección a la península ibérica. En una de esas refriegas una lanza atravesó su cuerpo y cayó al mar.
Otto, se quedo en el Istmo de Panamá. Abrió un negocio para vender armas para cazar toda clase de aves y animales. Uso parte de el oro también para comprar esclavos para trabajar sus tierras y cometió toda clase de abusos con ellos. De pronto envejeció y una noche se le presentó un hermoso guacamayo. Esta ave se poso en una silla de su recamara y le dijo lo siguiente; – No has cumplido con las ordenanzas del rey Urus. Te queda un año de vida – Otto al escuchar estas palabras enloqueció y murió a la edad de 41 años.
Yamil, hombre muy religioso pidió a su dios que lo ayudara a encontrar minas de oro y plata y pensó que en todos los ríos y en las montanas encontraría más de estos metales preciosos. Aunque trataba muy bien a la gente que trabajaban con el su ambición por el oro lo hizo crear lavaderos de oro y abrió muchas minas sin éxito. Así, se le acabo todo el oro.
Luego de haber perdido la mayoría de su oro en varias excursiones sin éxito, Yamil consiguió convencer varios españoles y portugueses para que invirtieran en equipo, transportación y esclavos necesarios para ir en busca de El Dorado y más oro. El conocía el camino pues ya él había estado ahí. Todos le creyeron y se fueron con él.
Después de mucho caminar se encontraron con guacamayos y palomas silvestres volando alrededor de estos forasteros. Yamil se acordó que estaba cerca al lugar. Sintió gran alegría y de pronto hubo una explosión y Yamil se convirtió en un Tapir dorado. Asustado empezó a correr y se interno en la selva.
Los que lo acompañaban se perdieron en la selva.
copyright 2010 Eduardo Méndez
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