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David El Canguro

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David el Canguro

El zoólogo holandés Fritz Van Denverfue contratado por el gobierno de Inglaterra para investigaciones biológicas de los marsupiales en territorio de Nueva Gales en Australia. Iba con su esposa Julie Garden una ambientalista.

De ambos el gobierno inglés esperaba informaciones muy valiosas. Cuando llegaron a Nueva Gales se internaron al centro del territorio australiano donde había un parque forestal, donde abundan  los marsupiales como el koala y el canguro gigante. Un nativo los iba guiando. Se establecieron en una hermosa montaña donde los animales y los nativos son amigables.

Fritz y Julie trabajaban arduamente recopilando información de la flora  y de la fauna. Un día Julie le dijo a Fritz; – Tengo meses de embarazo y pronto tendremos nuestro primer hijo –

–          Me siento muy agradecido de Dios y saber que vamos a ser padres. El va a disfrutar de la naturaleza y nos va hacer compañía – dijo Fritz.

Cuando nació el niño. Los padres le pusieron de nombre David. Todos los aborígenes le trajeron sendos regalos. Ellos venían acompañados de koalas y canguros, que asombrados miraban al niño rubio de ojos azules.

Cuando David tenía 11 meses de nacido sus padres lo llevaron a una feria patronal donde había mucha música y bailes regionales. Había mucha gente disfrutando del evento. De pronto apareció un canguro saltando y tomo a David colocándolo en el marsupio y se alejó. Fritz and Julie corrieron detrás  del canguro para atraparlo pero fue imposible, aun con la ayuda de los nativos. Fritz y Julie sufrieron  mucho y esperaban encontrarlo algún día.

Habían pasado varios meses de este triste acontecimiento. Cuando se asomo un extraño ser a la puerta de la casa de de los padres de David. Fritz lo recibió y le preguntó; – ¿Puedo ayudarlo señor? –

–          Amigos, yo soy Urcus, brujo de estas tierras. Quiero llevarlos al centro  del desierto donde hay una roca negra que escucha tus gemidos y tus pedidos. La roca te consolará y te dirá si vuestro hijo regresara, si está vivo o si está muerto – dijo Urcus.

Los padres de David aceptaron la invitación que Urcus les ofreció y se dirigieron hasta este mágico lugar donde estaba la sagrada piedra.

Después que llegaron al lugar los tres se pararon al frente de la enorme piedra. Urcus, empezó a orar y cuando terminó, les pidió dijo a Fritz y Julie que preguntaran acerca de David.

–          Señor todo poderoso, creador de la fauna y la flora y de todas las cosas hermosas de la vida. Queremos que tú nos digas, si nuestro hijo David está vivo – dijo Fritz

–          Vuestro hijo está vivo y estará con ustedes cuando cumpla 5 años – respondió la roca.

Esperanzados que esto sucedería se alegaron más tranquilos.

Habían pasado 5 años y Fritz y Julie fueron a las fiestas patronales de Melbourne, donde los nativos presentaban sus bailes y música tradicional. Un grupo de canguros domésticos se presentaron jugando  básquetbol y junto a ellos estaba un niño jugando como armador del equipo. Hacia los pases con mucha agilidad y saltaba como ellos para encestar.

Fritz reconoció a su hijo y lo llamó por su nombre. El niño, a pesar del tiempo, pudo reconocer a sus padres y abrasándolos a ellos se unió nuevamente.

–          ¿Dónde estuviste David? – preguntó el padre

–          Todo este tiempo he estado viviendo con los canguros y los nativos. Comiendo yerba y frutas, saltando y corriendo por las praderas como lo hacen los canguros. Ellos me quieren mucho pero ustedes me hacían falta – dijo David.

Julie abrazándolo, le dijo; – tienes que ir a la escuela, para que tengas una vida normal y te adaptes a nuestra cultura –

El niño obedeció a sus padres y empezó la primaria en  una escuela de Melbourne. Cuando tenía 9 años era el mejor jugador de básquetbol de la escuela. Saltaba como un canguro con los pies juntos y así podía “donquear” y encestar el canasto.

Al los 16 años jugaba representando a su escuela en las justas universitarias. Su casa estaba llena de medallas y trofeos.

Un día iba caminando con sus padres por las calles de un pueblito nativo. David vio un edificio de 3 pisos a lado de una ermita. Salía humo del tercer piso se estaba incendiando. Muchos niños por las ventanas grataban. Era una guardería de niños de 2 a 4 años de edad.

David, al ver el peligro por lo que estaban pasando estos pequeñitos, dio un salto hasta el segundo piso y al subir al tercer piso dio el grito de los canguros. Al escuchar el llamado de la selva, llegaron cuatro  canguros. Los canguros se acomodaron para recibir a los pequeñitos que David iba arrojando con mucho cuidado. Diecinueve niñitos se salvaron y también los tres profesores.

Cuando bajó del edificio, todo el pueblo lo abrazaba.

–          Gracias al salto que aprendí de los canguros, pude llegar hasta ellos y salvarlos – dijo David

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